jueves, 30 de enero de 2014

¿Miedo al compromiso?

      Este es el último post de esta serie de artículos que tratan los componentes básicos del amor según Sternberg. Como recordaréis, éste decía que el amor se compone de tres elementos:intimidad, pasión y compromiso. Pues bien, sólo nos queda hablar del compromiso.

      Como ya dijimos el compromiso supone la intención de una pareja de permanecer juntos superando las dificultades, de mantener una relación a largo plazo. Cuando tenemos los otros dos componentes del amor presentes en una relación de pareja, parece que el siguiente paso lógico sería el compromiso, ¿no? Pues dar ese paso no es tan sencillo.

                    Fuente de la imagen: www.publicdomainpictures.net
      
      Durante toda nuestra vida nos construimos un espacio seguro propio, cómodo, donde nos salvaguardamos de los demás. En ese espacio nos rodeamos de todo aquello que nos reconforta y tranquiliza: familia, amigos, aficiones, hábitos… Cuando empezamos una relación amorosa, solemos dedicarle más tiempo a la nueva pareja que a todo lo demás. Así que cuando surge la idea del compromiso, podemos llegar a plantearnos que al compartir nuestra vida con esa persona es posible que tengamos que renunciar a nuestro espacio seguro. Esto genera cierta incertidumbre que no todo el mundo maneja de la misma manera. Cuando una persona que quiere comprometerse  no lo hace por miedo a perder todo lo anterior es cuando surge lo que llamamos el “miedo al compromiso”.


¿Cómo son las personas que tienen miedo al compromiso?

   Las personas que tienen miedo al compromiso suelen tener unas características comunes, como pueden ser, entre otras:

Poca tolerancia al cambio: evitan cualquier decisión o cambio que les haga peligrar su espacio seguro.

Excesiva rigidez y control de las situaciones: necesitan tenerlo todo controlado, admiten pocas desviaciones, porque no les gusta la incertidumbre que genera la falta de control.

Baja autoestima: creen que valen menos que los demás, incluida su pareja. Así que están convencidos de que, tarde o temprano, les harán daño.

Dificultad para expresar sus propias emociones.

Dificultad para asumir responsabilidades: el deseo de no crecer puede llevar a no querer asumir ciertas responsabilidades que conllevarían asumir una vida más de adulto, como es el matrimonio, los hijos…

Deseo de comprometerse: paradójicamente, estas personas tienen un gran deseo de comprometerse, de tener una relación estable que cubra una carencia afectiva probablemente iniciada durante la niñez (aunque no tiene porqué ser así). El problema surge cuando la relación toma un cariz demasiado serio: entonces les entra el pánico.

¿Qué ocurre cuando surge el miedo?

      Cuando la relación se torna algo más seria, suelen empezar a dar largas para hacer planes a largo plazo (como unas vacaciones) y para pasar tiempo juntos (empieza a distanciarse y a pasar más tiempo con sus amigos y familia). Además, surgen discusiones sobre el futuro de la pareja puesto que para esta persona son temas que le incomodan y no deben tocarse. Apela a su derecho a la libertad y a la independencia constantemente.

¿Qué medidas podemos tomar si sentimos miedo al compromiso?

Identificar el miedo: definir exactamente qué tememos perder para poder enfrentarnos a ello.

Subir el autoestima: si nos sentimos más seguros es más fácil aceptar que nos quieren de verdad y no tienen intención de hacernos daño.

Hablar con nuestra pareja: expresarle nuestros miedos, nuestros sentimientos, contarle lo que nos ocurre. Así, podremos buscar una solución, ir más despacio. Además, también podremos tranquilizarnos si le damos la oportunidad de demostrarnos que no es un peligro para nuestro espacio seguro, que puede ser un elemento dentro de él.

Sopesar los pros y los contras de romper la relación o seguir adelante: debemos de juzgar qué es más importante para nosotros, qué conlleva más beneficios y qué más sufrimiento.


      Como conclusión, cabe aclarar que no todos los que no se comprometen en una relación es porque tienen miedo al compromiso. Cuando no querer comprometerse es simplemente una opción personal, no hay ningún problema en ello, aunque debemos ser sinceros desde el principio para no crear falsas expectativas y no hacer daño a nadie.


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