¿Qué es la ansiedad y cómo tratarla?

      La ansiedad, en un principio, es un mecanismo evolutivo de defensa de nuestro cuerpo. A las personas que sufren un trastorno de ansiedad les ha dejado de funcionar correctamente. De esta manera podemos distinguir dos tipos de ansiedad: adaptativa o patológica.

Ansiedad adaptativa

      Cuando nos vemos en una situación de peligro, se nos dispara la adrenalina y nuestro cuerpo se prepara para el ataque o la huida: el corazón bombea con más fuerza para llevar más sangre a los músculos y que estén preparados para actuar; nuestros sentidos se ponen más vigilantes para avisarnos rápidamente ante cualquier señal de alarma... 

      

      En este caso, la ansiedad es un mecanismo adaptativo que nos ayuda a sobrevivir.

      Este tipo de ansiedad es poco frecuente y puntual. Aparece ante un estímulo concreto y desaparece con él.

Ansiedad patológica

      El problema aparece cuando los síntomas de ansiedad se convierten en frecuentes, ante estímulos que no suponen un peligro real, cuando la respuesta de ansiedad es exagerada en relación al peligro, o cuando la ansiedad no desaparece cuando lo hace el estímulo peligroso.

      De esta manera, el trastorno se convierte en crónico y de difícil pronóstico. Esto se debe, también, a que la ansiedad como expresión del miedo, puede (y suele) percibirse como una amenaza en sí misma, generando más miedo y perpetuando el problema. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Síntomas de la ansiedad

      Los síntomas de la ansiedad son muchos y muy variados. Tanto es así, que dos personas con ansiedad pueden tener síntomas completamente diferentes.

      Atendiendo a cómo se pueden manifestar los síntomas los podemos clasificar de tres maneras diferentes:

• Conductuales: son los síntomas que afectan a nuestra conducta, como por ejemplo, comportarse de manera agresiva.
• Cognitivos: síntomas que producen cambios en nuestra manera de pensar y razonar. Por ejemplo, pensamientos obsesivos.
• Fisiológicos: síntomas físicos que  no responden a una causa física tradicional, como la hiperventilación y la taquicardia.

      Atendiendo al sistema orgánico del cuerpo humano que está afectado tenemos los síntomas clasificados según la Escala de Hamilton que se muestra a continuación:

(Fuente Wikipedia)

Síntomas Cardiovasculares:

• Taquicardia o pulso acelerado.
• Elevación de la tensión arterial.
• Sensación de tensión baja o desmayos.
• Arritmias.
• Palpitaciones; dolor precordial en el pecho.
• Opresión en el pecho.
• Palidez o rubor.

Síntomas respiratorios:

• Sensación de ahogo o de falta de aire (disnea); sensación de opresión o constricción en el tórax.
• Suspiros.
• Ritmo respiratorio acelerado y superficial (hiperventilación)

Síntomas gastrointestinales:

• Náuseas.
• Sensación de atragantamiento o dificultad para tragar.
• Vómitos.
• Diarreas, heces blandas, dolor abdominal, cólicos intestinales.
• Sensación de ardor, pesadez abdominal.
• Borborigmos.
• Flatulencia o gases.
• Aerofagia o tragar aire.
• Pérdida de peso.
• Estreñimiento.

Síntomas genitourinarios:

• Micciones frecuentes, micción urgente; dolor al orinar.
• Amenorrea; menorragia.
• Disminución del deseo sexual o anorgasmia (pérdida de la libido).
• Eyaculación precoz e impotencia o disfunción eréctil en el hombre.

Síntomas neurovegetativos:

• Sequedad de mucosas, especialmente de boca y lagrimales.
• Sudoración y salivación excesiva, en algunos pacientes es la viceversa.
• Sensación de desmayo inminente.
• Rubor o palidez.
• Vértigos.
• Cefaleas.
• Erectismo piloso (piel de gallina).

Síntomas neurológicos:

• Temblores.
• Hormigueo o parestesias.
• Hipersensibilidad a los ruidos, olores o luces intensas.
• Mareos o inestabilidad.
• Insomnio: dificultad para conciliar el sueño, sueño interrumpido, sueño insatisfactorio o no reparador, sensación de fatiga al despertar, pesadillas, terrores nocturnos.

Síntomas somáticos musculares:

• Cefaleas tensionales, especialmente en la nuca.
• Contracturas musculares; espasmos musculares y calambres.
• Rígidez muscular.
• Dolor muscular.
• Tics.
• Rechinar de dientes.
• Voz vacilante.

Síntomas somáticos sensoriales:

• Zumbido de oídos.
• Visión borrosa.
• Oleadas de frío o calor.
• Sensación de debilidad.
• Parestesias (pinchazón, picazón, hormigueos).

Otros síntomas psicofísicos:

• Fatiga y agotamiento; fatigabilidad.
• Astenia (neurastenia).
• Sensación de tensión e inquietud.
• Llanto fácil.
• Imposibilidad de relajarse.
• Impaciencia.
• Rostro preocupado.
• Suspiros, respiración rápida, palidez facial, deglución de saliva, eructos, tics.
• Tartamudez.
• Disminución o aumento del apetito.

Funciones Intelectuales y cognitivas:

• Dificultad o falta de atención-concentración.
• Dificultad para dejar la mente en blanco.
• Problemas de memoria.
• Pensamiento acelerado, o al contrario, embotamiento.

Síntomas Mentales, Cognitivos o subjetivos:

• Ansiedad o angustia: Si es persistente, da lugar a alteraciones de las funciones mentales superiores, además de generar pensamientos, ideas e imágenes negativas. Los temores o miedos que pueden llegar a ser muy intensos, llegando al terror o pánico.
• Temor anticipatorio (ansiedad anticipatoria): se espera que suceda lo peor.
• Sensación de inseguridad.
• Irritabilidad.
• Aprensión.
• Preocupación.
• Sentimientos de minusvalía o inferioridad.
• Incapacidad de afrontar diferentes situaciones.
• Sentirse amenazado, como anticipando eventuales peligros.
• Indecisión.
• Apatía, pérdida de interés, anhedonia.
• Humor variable a lo largo del día.
• Pérdida de la objetividad y de la capacidad para pensar con lucidez.
• Humor depresivo.

  

Recomendaciones para controlar la ansiedad

      Antes que nada, hay que tener en cuenta que las siguientes recomendaciones tratan los síntomas de la ansiedad, pero no cura la ansiedad en sí misma. Para ello, hay que acudir a un profesional que nos ayudará y tratará cada caso en concreto.

- Relajación muscular progresiva: consiste en contraer y relajar los músculos por partes (cara, hombros, espalda, brazos, manos, pectorales, glúteos...). La finalidad de este ejercicio es aprender a identificar qué músculos contraemos cuando estamos en tensión y así poder relajarlos. Sin embargo, requiere entrenamiento por un experto.

- Controlar la respiración: esto lo conseguiremos pasando de la respiración pulmonar a la diafragmática. Para ello, podemos poner una mano en el pecho y la otra en el estómago y respiramos hondo muy despacio. Cogemos aire, lo mantenemos y lo soltamos. Mientras hacemos esto observamos el movimiento de nuestras  manos. Veremos que, si estamos de pie o sentados, durante la inspiración se levanta la mano que está en el pecho, mientras que cuando estamos tumbados se levanta la mano que tenemos sobre el estómago. El objetivo es que se levante la mano que está sobre el estómago cuando estamos también de pie o sentados. Así, respiramos de manera diafragmática, que es mucho más eficiente y nos ayuda a controlar la hiperventilación típica de la ansiedad.

- Ejercicio ligero (como caminar): con esto conseguiremos liberar tensión muscular, mejorar el riego sanguíneo y producir endorfinas, las hormonas de la felicidad. Además, nos sirve para distraernos y para respirar adecuadamente.

- Actividades que nos sirvan como "vía de escape": cada persona tendrá la suya propia, algo que le resulte placentero, como tomar un baño relajante, la meditación, la lectura... En situaciones estresantes, podemos imaginar que nos encontramos realizando nuestra actividad y concentrarnos en lo placentero y relajante de ésta. Además, si la utilizamos como recompensa al final del día, nos ayudará a sobrellevar los problemas.

- Escuchar música: ya lo dice el refrán "la música amansa a las fieras", y es totalmente cierto. No es necesario que sea música clásica, sobre todo si  no nos gusta. Podemos buscar entre las canciones que nos gusten aquéllas que  nos resulten más relajantes y liberadoras.