Entre los dos y los tres años, los niños empiezan a desafiar
las normas impuestas por mamá y papá. Para los padres esto resulta muy
perturbador y se preguntan qué ha sido de su dulce, encantador y siempre
sonriente bebé. Pues en nuestras manos está que ese bebé tan dulce se convierta
también en un dulce niño y no en un tirano. Nuestra manera de reaccionar
condiciona mucho su futuro comportamiento, tanto a corto como a largo plazo.
Los niños que se convierten en tiranos son exigentes,
impacientes, cumplen pocas o ninguna de las normas de sus padres y reaccionan
de manera violenta cuando no se salen con la suya. Estas circunstancias suelen
ser causa de muchas tensiones en casa y de disputas familiares. Si este es el
caso de vuestro hijo o hija, tranquilos, siguiendo una serie de pautas se puede
atajar. Eso sí, hay que ser constante y no flaquear. Hay que tener en cuenta,
que los niños se van a resistir al principio para intentar seguir con los
privilegios de los que han disfrutado hasta ahora. No nos lo van a poner fácil.
Pero hay que recordar siempre que los adultos somos nosotros y que no les
hacemos ningún favor cediendo a sus exigencias.