martes, 18 de febrero de 2014

Resolución de conflictos con hijos adolescentes

La adolescencia, como todos sabemos, supone una etapa de cambios físicos y psicológicos que suponen un gran estrés para el adolescente… y para los padres. Mientras que ellos buscan su propia identidad y autonomía con todo lo que ello supone, para los padres es difícil ver los cambios sufridos por su dulce e inocente niño, que ya no es tan niño.


                                 Fuente de la imagen: http://www.publicdomainpictures.net



Desde que nacen, los padres nos acostumbramos a tomar todas las decisiones con respecto a los hijos y ceder el poder nos resulta muy difícil. Así que los hijos luchan por hacerse con el control y los padres por mantenerlo, pensando que nosotros sabemos qué es lo mejor para nuestros hijos. Llega un momento en el que más que tomar las decisiones por ellos debemos guiarles para que ellos tomen las decisiones adecuadas y confiar en la educación que les hemos inculcado desde pequeños. Esto no significa que les dejemos hacer lo que quieran. Establecer unas normas explícitas en casa es primordial durante esta etapa. Debemos explicarles que ellos son libres para decidir si cumplen las normas o no pero en caso de no hacerlo esto conllevará unas consecuencias que tendrán que asumir. Es importante que entiendan que esto no es una manera de coartar su libertad, si no todo lo contrario, puesto que todos respetamos unas normas (leyes, normas sociales y morales, normas de convivencia, etc.) para que todos podamos convivir en paz y cuando no las cumplimos también tenemos unas consecuencias.

De forma general, en nuestra vida diaria podemos llevar a cabo una serie de acciones que nos ayudarán a la hora de solucionar conflictos con nuestros hijos, ya que, como hemos dicho otras veces, ellos aprenden de nosotros.

- Reconocer nuestros errores y pedir perdón: si en algún momento nos equivocamos debemos reconocerlo y pedir perdón. Les daremos ejemplo  y les demostraremos que nosotros también cometemos errores y que no pasa nada por rectificar y disculparse.

- No menospreciar los problemas de nuestros hijos: lo que a nosotros nos puede parecer una tontería para ellos puede suponer un mundo y menospreciarlo sólo generará malestar y desconfianza. Si para ellos es importante debemos prestar atención.

- Empatizar: muy importante. Si no habéis leído el post anterior, leedlo. Os ayudará mucho con este tema.


Cuando surjan conflictos, que surgirán, podemos tener en cuenta las siguientes medidas para poder solucionarlos de manera que ganemos todos y no se generen más conflictos respecto al mismo tema:

  • Abordar los problemas de uno en uno: no podemos prestar atención a varios problemas a la vez (porque entonces no resolveremos ninguno) ni tampoco acordarnos de problemas anteriores para echarlos en cara o para generalizar (“Siempre llegas tarde==> “Hoy has llegado tarde”, aunque lo haya hecho más veces).
  • Mantener la calma: es muy importante no perder la calma para poder hablar racionalmente. Si en el momento en el que surge el conflicto no nos es posible estar tranquilos, lo mejor es irnos y dejar la discusión para más tarde, cuando hayamos tenido tiempo para calmarnos.
  • Definir el problema: exponer en qué consiste el problema de forma objetiva y sin juicios de valor. Muchas veces, por deficiencias en la comunicación, podemos estar discutiendo por temas distintos y, así, es imposible llegar a un acuerdo. Cuando lo definimos objetivamente, en ocasiones, podemos darnos cuenta de que no existe tal problema. Por ejemplo, nuestra hija de trece años quiere ir a un concierto y nosotros le decimos que no porque pensamos que aún es muy pequeña para ir a un concierto sin supervisión de un adulto. Si lo definimos objetivamente, nuestra hija podrá decir que la ha invitado su amiga Marta que va con su madre. Así que el problema ya estaba resuelto de antemano.
  • Establecer turnos de palabra y respetarlos: no sirve de nada ponerse a hablar a la vez y hacer una competición de quién grita más fuerte o quién se cansa antes. Debemos exponer claramente ambos puntos de vista y defenderlos argumentadamente.
  • Escuchar: si escuchamos y demostramos que estamos escuchando estaremos tendiendo un puente muy grande para la resolución del conflicto.
  • Practicar la empatía: si nos ponemos en lugar de nuestro hijo o hija, se sentirá comprendido/a y será más fácil llegar a un acuerdo. Cuando estemos argumentando ambas partes podemos dar razones a favor y en contra. Esto nos ayudará a ver las cosas desde el punto de vista contrario.
  • Buscar alternativas: como no todo es blanco o negro seguro que podemos encontrar distintas alternativas en las que quedemos todos conformes.
  • Tomar una decisión: entre las alternativas propuestas elegiremos una y tomaremos una decisión con la que todos estemos conformes, en la que todos ganemos algo.


Nuestros hijos se van a encontrar con muchos conflictos a lo largo de su vida. Si aprenden a solucionarlos pacíficamente, tendrán más éxito y menos problemas. La asertividad y la empatía, temas que vimos anteriormente, son habilidades fundamentales para la resolución de conflictos. Si se las enseñamos cuando son pequeñitos nuestro trabajo resultará mucho más fácil durante la adolescencia.

Y no olvidemos que, si es necesario, tenemos a nuestra disposición numerosos profesionales que pueden ayudarnos.

¿Se os ocurren otras maneras de solucionar los conflictos con los adolescentes?

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