En el post anterior ya hablamos
un poco sobre qué era la empatía y cómo desarrollarla en los niños como parte
fundamental para ser una persona asertiva. Ahora lo vamos a ampliar un poco más
por si alguien se quedó con las ganas (;D) .
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Como ya dijimos, la empatía es la
capacidad para ponerse en el lugar de otro, para sentir las emociones ajenas. Y,
desde luego, es fundamental para establecer relaciones sociales. Las personas
más empáticas tienen muy en cuenta los sentimientos de los demás a la hora de actuar
o tomar decisiones, saben escuchar sin juzgar y comprendiendo los sentimientos
que la otra persona trata de transmitirle y tienen facilidad para adaptarse a
diferentes situaciones sociales Por todo esto suelen generar más confianza en
los demás y son más apreciados y, por supuesto, repercute positivamente en la
autoestima.
Los niños con dos años ya son
capaces de reconocer emociones por las expresiones faciales lo que sienta las
bases para desarrollar después la empatía. Por eso es importante que, más o
menos con esa edad, le vayamos indicando qué expresiones faciales se
corresponden con qué emoción aprovechando cualquier ocasión, los cuentos, las
películas, etc.
Aproximadamente a los seis años
es cuando empiezan a comprender los sentimientos de los demás, pero hay que
tener en cuenta que este aprendizaje es un proceso largo, que no se produce de
la noche a la mañana. Hasta los catorce o quince años no tendrán instaurada
completamente la capacidad de empatía. Es importante que tengamos este dato
presente puesto que, en caso contrario, desarrollaríamos frustraciones por no
comprendernos entre padres e hijos. Además, para que desarrollen su capacidad
lo máximo posible debemos estar nosotros guiándoles en tal proceso, a
continuación vemos cómo hacerlo.
Pautas a seguir para desarrollar la empatía en los niños
1. Empatizar nosotros con el niño.
Los niños aprenden observando a los adultos de su entorno cercano. Si ven que
nosotros nos comportamos de forma empática con ellos, aprenderán tal
comportamiento. Además, si se sienten comprendidos y escuchados, esto aumentará
su autoestima lo que, a su vez, también beneficiará a su capacidad de empatía.
2. Explicarles nuestros
sentimientos. Así aprenderán a identificar emociones y se darán cuenta que ante
una determinada situación una persona puede tener sentimientos diferentes a los
suyos.
3. Animarles a hablar de sus
sentimientos. Para comprender los sentimientos de los demás, primero deben
comprender y poner nombre a los suyos propios.
4. Empatizar con otras personas.
Como ya hemos dicho, los niños aprenden por observación. Si ven que nosotros
nos esforzamos por escuchar y comprender a los demás, ellos también lo harán.
5. Explicar los sentimientos de los
demás con respecto al comportamiento del niño. Tanto si insulta o pega a
alguien como si da un beso o un gesto amable debemos explicarle las
consecuencias emocionales de ello. Es decir, si pega a alguien no basta con un “no
se pega”. Debemos explicarle que si pega a alguien éste sentirá dolor y tristeza.
También habrá que explicarle cuando da un beso, que la persona que lo ha
recibido está contenta por ello. Así conseguimos que el niño comprenda que los
demás también tienen emociones, que esas emociones son distintas a las suyas,
que se pueden producir como consecuencia de sus actos y que pueden ser
positivas o negativas. Además, conseguiremos que vean las emociones positivas
como un refuerzo para su conducta.
6. Leer libros y cuentos con ellos.
Así podemos comentar las situaciones que les ocurren a los personajes y cuáles
son sus sentimientos. Este es un ejercicio estupendo para conseguir nuestro objetivo.
Los niños que desarrollan una
empatía adecuada son menos agresivos, mantienen relaciones sociales más
satisfactorias, saben comunicarse mejor y son capaces de solucionar conflictos
más fácilmente. Y todo esto (como si fuera poco) nos será tremendamente útil en
la adolescencia.
¿Qué os ha parecido esta
información? ¿Añadiríais algo más?
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Evidentemente los niños aprenden de su entorno, sobre todo a edades muy tempranas, y es cierto que debemos de enseñarles a ser empáticos....pero hay algo en lo que no estoy de acuerdo y es que con edades comprendidas entre catorce y quince años los niños son especialmente egoístas y no suelen hacer caso de lo que, sobre todo, los padres les suelen decir, es más, si pueden retan y llevan la contraria con tal de buscar la forma de encontrar su propia identidad, por ello es tan importante lo que has mencionado, desde pequeñitos hablarles, explicarles, decirles las cosas, pedir perdón si hace falta cuando nos equivoquemos en algo con ellos, explicarles que muchas veces los mayores nos enfadamos pero que es normal, explicarles, en la medida que se pueda dependiendo de la edad, todas nuestras actuaciones, buscando el momento...pero en la adolescencia es muy complicado intentar que lo entiendan si antes no se ha ido forjando poquito a poco....
ResponderEliminarGracias por tu entrada
Entiendo porqué no estás de acuerdo cuando digo que hasta los catorce o quince años no tendrán instaurada la capacidad de empatía. Igual no me he explicado bien. A esa edad se instaura por completo la capacidad de empatía, pero eso ocurre si se han llevado a cabo las medidas oportunas desde que son pequeños. Si no se les enseña a ser empáticos, mucho menos lo van a ser durante la adolescencia. Y, durante esta etapa, también es muy importante que nosotros les sigamos mostrando nuestra empatía hacia ellos, para que se sientan comprendidos y así se motiven para empatizar ellos con los demás.Muchas gracias por tu comentario, Patricia. Un saludo
EliminarMuy de acuerdo y gracias por tu respuesta....Es un placer poder compartir este tipo de temas con personas como tu.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Patricia. Espero la próxima entrada de tu nuevo blog pronto. Prometo leerlo. Un saludo
Eliminarte lo recomiendo
ResponderEliminarGracias, Betsy. Un saludo
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