lunes, 10 de febrero de 2014

¿Cómo enseñar asertividad a nuestros hijos?

Antes que nada, vamos a explicar de qué estamos hablando por si alguien no lo sabe. La asertividad es la habilidad para hacer valer los derechos propios respetando también los derechos de los demás. Es una habilidad social, una manera de relacionarse y comunicarse con los demás con la que nos sentimos libres para expresar nuestros sentimientos, pensamientos y creencias escuchando y respetando a los demás.



Digamos que la conducta asertiva sería el punto intermedio entre el comportamiento pasivo y el agresivo.

Comportamiento pasivo: siempre ceden ante las exigencias de otros, anteponen los derechos de los demás a los suyos propios, dicen que sí cuando quieren decir que no, no se atreven a expresar sus opiniones o sus sentimientos.

Comportamiento agresivo: anteponen siempre sus derechos a los de los demás, piensan que sus opiniones y sentimientos son más válidos y menosprecian los de los demás, atacan a los que se muestran en desacuerdo.

Comportamiento asertivo: defienden sus derechos pero sin pasar por encima de nadie, expresan sus opiniones y sus sentimientos sin invalidar ni menospreciar los de los demás, saben decir que no cuando es necesario y asumen  las consecuencias de su conducta.

Entonces, ¿cómo educamos a nuestros hijos para que aprendan esta habilidad?

Sirviéndoles de modelo: de nada sirve el “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Los niños aprenden por observación. Se comportarán cómo ven que lo hacemos nosotros. Si ven que siempre nos callamos, no nos defendemos, que pasan por encima de nosotros, ellos aprenderán que no tienen derecho a expresarse y no lo harán. También ocurrirá al contrario, si ellos ven que reaccionamos de manera agresiva, violenta, exagerada ante situaciones conflictivas, ellos lo harán de la misma manera. Esto vale tanto con personas ajenas como con nuestros propios hijos. Debemos comportarnos de forma asertiva con ellos para que ellos también aprendan a hacerlo.

Respetar que nuestro hijo es una persona autónoma: los padres tendemos a creer que nuestros hijos deben tener las mismas opiniones, creencias y sentimientos que nosotros y esto no es así, en absoluto. Debemos tratar a nuestro hijo como una persona autónoma con sus propios pensamientos y sentimientos, saber escucharlos y respetarlos para que ellos vean que sus opiniones y sentimientos tienen el mismo valor que los de los demás y tiene derecho a expresarlos y a tomar sus propias decisiones, siempre respetando a los demás.

Señalar conductas y  no rasgos de personalidad: cuando el niño comete un error y hay que señalárselo debemos hablarle de ello como una conducta puntual no como si eso fuera un rasgo de personalidad. Por ejemplo, si tiene problemas en el colegio y no se defiende no debemos decirle “Eres un cobarde”. En vez de eso, podemos decirle “El otro día tus compañeros te insultaron y tú no dijiste nada”.

Enseñarles a empatizar: para que respeten y tengan en cuenta los sentimientos de los demás es fundamental que sepan ponerse en la piel del otro. Para enseñarles, debemos inducirle a que lo haga cuando tenga un conflicto con otra persona (“Imagina cómo se sentirá Pedro cuando le dices que es feo”). También es importante que nosotros empaticemos con ellos y se lo demostremos. Por ejemplo, cuando se lleven una desilusión podemos decirles “Sé que te sientes triste”.

Animarles a expresar sus sentimientos: podemos preguntarle cómo se sienten ante distintas situaciones, una buena noticia, una desilusión, un conflicto… Así aprenderán a identificar las emociones y a expresarlas.

Enseñarles cuáles son sus derechos: para que los defiendan deben tener claro cuáles son. Desde luego, no es necesario darles un mitin sobre los derechos humanos. Hay que aprovechar las situaciones que se presentan en la vida diaria, las noticias, las películas…  Así aprenderán a defender sus derechos y a decir BASTA y NO cuando intenten manipularlos.

Reforzar, siempre reforzar: como hemos dicho en otros posts es muy importante el refuerzo positivo cuando queremos que una conducta se repita. Así que cuando observemos que nuestro hijo se comporta de manera asertiva, hay que reforzarle.

Ensayar las reacciones: nuestro hijo o hija se puede ver en situaciones sociales en las que no sabe cómo debe actuar (conflictos, acoso escolar, consolar a alguien…). Ante esto, lo que podemos hacer es simular las situaciones en casa y mostrarle cómo puede actuar, dándole varias opciones para que sea él el que toma la decisión final de cómo comportarse. Es importante que en estas representaciones, no sólo actuemos nosotros para que vea cómo reaccionar sino que él debe representarlo también para que se vea en la situación y para que nosotros veamos que lo ha entendido.



Siendo asertivos conseguimos sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás. Está demostrado que la asertividad ayuda a mejorar la depresión, la ansiedad y el estrés. Además, es una habilidad muy importante para prevenir el consumo de drogas, como vimos en el post anterior “¿Cómo educar a nuestros hijos contra las drogas?”. Cuando ya tienen claro cuáles son las consecuencias de las drogas y ya tienen una opinión formada sobre ello, es fundamental que sepan decir NO y defender sus opiniones y sus derechos al respecto.

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