Antes que nada, vamos a explicar
de qué estamos hablando por si alguien no lo sabe. La asertividad es la habilidad para hacer valer los derechos propios
respetando también los derechos de los demás. Es una habilidad social, una
manera de relacionarse y comunicarse con los demás con la que nos sentimos
libres para expresar nuestros sentimientos, pensamientos y creencias escuchando
y respetando a los demás.
Digamos que la conducta asertiva
sería el punto intermedio entre el
comportamiento pasivo y el agresivo.
Comportamiento pasivo: siempre ceden ante las exigencias de otros,
anteponen los derechos de los demás a los suyos propios, dicen que sí cuando quieren decir que no, no se atreven a expresar sus opiniones o sus
sentimientos.
Comportamiento agresivo: anteponen siempre sus derechos a los de
los demás, piensan que sus opiniones y sentimientos son más válidos y
menosprecian los de los demás, atacan a los que se muestran en desacuerdo.
Comportamiento asertivo: defienden sus derechos pero sin pasar por
encima de nadie, expresan sus opiniones y sus sentimientos sin invalidar ni
menospreciar los de los demás, saben decir que no cuando es necesario y
asumen las consecuencias de su conducta.
Entonces, ¿cómo educamos a nuestros hijos para que aprendan esta
habilidad?
Sirviéndoles de modelo:
de nada sirve el “haz lo que yo digo, pero
no lo que yo hago”. Los niños aprenden por observación. Se comportarán cómo
ven que lo hacemos nosotros. Si ven que siempre nos callamos, no nos
defendemos, que pasan por encima de nosotros, ellos aprenderán que no tienen
derecho a expresarse y no lo harán. También ocurrirá al contrario, si ellos ven
que reaccionamos de manera agresiva, violenta, exagerada ante situaciones
conflictivas, ellos lo harán de la misma manera. Esto vale tanto con personas
ajenas como con nuestros propios hijos. Debemos comportarnos de forma asertiva
con ellos para que ellos también aprendan a hacerlo.
Respetar que nuestro hijo es una
persona autónoma: los padres tendemos a creer que nuestros hijos deben
tener las mismas opiniones, creencias y sentimientos que nosotros y esto no es
así, en absoluto. Debemos tratar a nuestro hijo como una persona autónoma con sus propios pensamientos y sentimientos, saber escucharlos y
respetarlos para que ellos vean que sus opiniones y sentimientos tienen el
mismo valor que los de los demás y tiene derecho a expresarlos y a tomar sus
propias decisiones, siempre respetando a los demás.
Señalar conductas y no rasgos de personalidad: cuando el
niño comete un error y hay que señalárselo debemos hablarle de ello como una
conducta puntual no como si eso fuera un rasgo de personalidad. Por ejemplo, si
tiene problemas en el colegio y no se defiende no debemos decirle “Eres un
cobarde”. En vez de eso, podemos decirle “El otro día tus compañeros te
insultaron y tú no dijiste nada”.
Enseñarles a empatizar:
para que respeten y tengan en cuenta los sentimientos de los demás es
fundamental que sepan ponerse en la piel del otro. Para enseñarles, debemos
inducirle a que lo haga cuando tenga un conflicto con otra persona (“Imagina
cómo se sentirá Pedro cuando le dices que es feo”). También es importante que
nosotros empaticemos con ellos y se lo demostremos. Por ejemplo, cuando se
lleven una desilusión podemos decirles “Sé que te sientes triste”.
Animarles a expresar sus
sentimientos: podemos preguntarle cómo se sienten ante distintas
situaciones, una buena noticia, una desilusión, un conflicto… Así aprenderán a
identificar las emociones y a expresarlas.
Enseñarles cuáles son sus
derechos: para que los defiendan deben tener claro cuáles son. Desde
luego, no es necesario darles un mitin sobre los derechos humanos. Hay que
aprovechar las situaciones que se presentan en la vida diaria, las noticias,
las películas… Así aprenderán a defender sus derechos y a decir BASTA y NO cuando intenten manipularlos.
Reforzar, siempre reforzar:
como hemos dicho en otros posts es muy importante el refuerzo positivo cuando
queremos que una conducta se repita. Así que cuando observemos que nuestro hijo
se comporta de manera asertiva, hay que reforzarle.
Ensayar las reacciones:
nuestro hijo o hija se puede ver en situaciones sociales en las que no sabe
cómo debe actuar (conflictos, acoso escolar, consolar a alguien…). Ante esto,
lo que podemos hacer es simular las situaciones en casa y mostrarle cómo puede
actuar, dándole varias opciones para que sea él el que toma la decisión final de cómo comportarse. Es
importante que en estas representaciones, no sólo actuemos nosotros para que
vea cómo reaccionar sino que él debe representarlo también para que se vea en
la situación y para que nosotros veamos que lo ha entendido.
Siendo asertivos conseguimos
sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás. Está demostrado que la
asertividad ayuda a mejorar la depresión,
la ansiedad y el estrés. Además, es una habilidad muy
importante para prevenir el consumo de
drogas, como vimos en el post anterior “¿Cómo educar a nuestros hijos contra las drogas?”. Cuando ya tienen claro cuáles son las consecuencias de las drogas
y ya tienen una opinión formada sobre ello, es fundamental que sepan decir NO y defender sus opiniones y sus
derechos al respecto.
Artículos relacionados:
¿Cómo educar a nuestros hijos contra las drogas?
¿Cómo desarrollar la empatía en los niños?
Artículos relacionados:
¿Cómo educar a nuestros hijos contra las drogas?
¿Cómo desarrollar la empatía en los niños?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, publicad comentarios que sean respetuosos y no utilicéis palabras malsonantes. Se aceptan opiniones de todo tipo mientras que no ofendan a nadie y se emplee un vocabulario adecuado. Muchas gracias.