El día 8 de marzo conmemoramos el “Día Internacional de la
Mujer”. Por eso he querido dedicar un artículo en el blog sobre la igualdad de
género.
He tenido la suerte de poder trabajar en este ámbito y en el
departamento de igualdad siempre hablábamos de la importancia de la educación
para acabar con las desigualdades de género. Aún queda mucho por hacer respecto
a este tema y es importante en que todos estemos concienciados para poder dejar
a nuestros hijos e hijas un mundo más igualitario, donde se mire a las personas
por su valía personal y no por un estereotipo fijado según el sexo con el que
nacemos.
Las madres y los padres tenemos un papel fundamental para
que podamos avanzar. Es en la familia donde más se marcan las diferencias
respecto a los roles que deben representar las mamás y los papás. Por regla
general, las mujeres se ocupan de las labores domésticas, del cuidado de los
hijos y personas dependientes, etc. Hoy es normal que las mujeres también
trabajen fuera de casa y se produce entonces lo que llamamos “doble jornada”:
cuando llegan a casa después de estar todo el día trabajando recae sobre ellas
toda la responsabilidad del hogar. Y todo esto es observado con atención por
nuestros hijos y nuestras hijas.
Educar en igualdad es fácil si ponemos en práctica una serie
de hábitos dentro de la familia.
Cuidado con lo que decimos. Y no me refiero a que tengamos
que hablar utilizando términos como “los miembros y las miembras”. Los adultos
tendemos a hablar delante de los niños como si no estuvieran mientras ellos
escuchan lo que decimos y absorben como esponjas. Solemos generalizar y decir
cosas como “los hombres son unos insensibles”, “las mujeres no saben conducir”
a veces en tono de broma y otras no tanto. Sin embargo, aunque se diga en tono
de broma nuestros hijos e hijas no lo entenderán así.
Potenciar y apoyar sus intereses personales independientemente
de su sexo. Es decir, si nuestra hija nos dice que quiere jugar al fútbol no
intentemos convencerla de que se cambie a ballet porque “es más de niñas”. O si
nuestro hijo nos dice que quiere estudiar enfermería no le digamos que esa es
una “profesión de mujeres”. O si nuestra hija quiere jugar con coches y nuestro
hijo, con muñecas y nosotros no les dejamos. La lista es interminable. Además
de que, con esa actitud, perpetuamos las diferencias de género, estamos
despreciando y ridiculizando las aptitudes y los intereses de nuestros hijos
con todas las consecuencias que ello conlleva.
Darles responsabilidades dentro de casa en función de su
edad y no de su sexo. En muchas familias, las niñas ayudan a mamá en las tareas
del hogar mientras los niños y el papá no hacen nada y esto no es justo.
Mandamos el mensaje a las niñas de que son menos valiosas y deben servir a los
hombres. A los niños les mandamos el mensaje de que son superiores, que deben
ser servidos y además los convertimos en personas dependientes que no saben
cuidar de sí mismos. Es nuestro deber enseñarles a colaborar con las tareas
domésticas cada uno en la medida de sus posibilidades.
Enseñarles a expresar sus sentimientos. Nada de decirles “los
hombres no lloran” o enseñarles que las mujeres lloran porque son el sexo
débil. Como personas tenemos la necesidad de expresar nuestras emociones para
interactuar con el medio. Cuando coartamos a los niños para que no se expresen
conseguiremos que no entiendan sus emociones cuando las experimenten y que se
sientan frustrados.
Predicar con el ejemplo. Esta es la mejor manera de
enseñárselo. Si ven la igualdad como algo normal, como algo que ni siquiera hay que tratar porque es una
realidad absoluta en nuestra casa, tendremos todo el trabajo hecho.
Lo mejor es empezar cambiando nuestras actitudes y pensar
que estamos educando personas y no enseñando estereotipos de género a niñas o niños, diciéndoles lo que pueden y lo
que no pueden hacer según si pertenecen a un sexo o a otro. Cuanto más alto
pongamos el techo, más lejos llegarán. ¿Y si no lo ponemos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, publicad comentarios que sean respetuosos y no utilicéis palabras malsonantes. Se aceptan opiniones de todo tipo mientras que no ofendan a nadie y se emplee un vocabulario adecuado. Muchas gracias.